La poesía prospera en el aislamiento: trabajos de los estudiantes del Seminario de poesía española contemporánea
Fragmento de ilustración de Eliana Leal
El Seminario de poesía española contemporánea pasó de ser un clase de análisis literario (normal) a convertirse en un laboratorio de poesía. Todo por culpa, o mejor, gracias, a la pandemia. «El aislamiento es ideal para esto. Las personas se pueden desconectar, estar en el espacio donde se sienten cómodos para escribir, donde se sienten inspirados», cuenta la profesora del Seminario, Tania Ganitsky.
Estos son los poemas que los estudiantes escribieron al final del Seminario. Las imágenes, videos y audios que los acompañan también fueron aportados por ellos.
Fotografía de Juan Diego Bernal
AJEDREZ
Figuras en madera, sobre el campo de batalla expuestas,
enlistadas en la mesa, pero no hay con quién luchar,
están perdidas, sin rumbo, intento moverlas, pero no hay respuestas,
intento tocarlas, recuerda que para ello hay que saber pensar.
Con una sonrisa en tu rostro, te vuelvo a mirar
una mano de frente y la otra detrás,
me miras, sonríes, y en el caballo te pones a andar,
no sé si seas real, ¿al terminar te irás quizás?
Menos intensidad, en la contienda que se torna en combate,
la dama de negro es astuta y ante ella te enfrentas ya
sin salida, como el humo te esfumas, jaque mate.
Juan Diego Bernal
Pesa la oquedad en los rincones del bosque. Perforante y corrosivo, le caen gotas
rojas: perpetuidad de la pesadez.
Contempla la insistencia del hombre en ejercer la fuerza. Puños cerrados, uñas sucias, lágrimas
que se deslizan por su rostro,
bañado en un líquido negro.
Sofía Heim
Ilustración de Daniela Garavito en el libro Un viaje al corazón de Cortázar (2015)
Pensaría: es demasiado complicado para no ser cierto. Siempre tenían que pensar lo mismo, es la regla de oro de la ficción.
César Aira
La forma de las mentiras
no es menos importante
que el engaño mismo.
Como un helado bajo el sol
se deshace entre los dedos,
formando una capa fría y pegajosa,
que no tarda en invitar las hormigas.
Así, tu verbo, tus mentiras,
tan pegajosas, tan infinitas,
que siempre atrapan las hormigas.
Laura Tapia
Ilustración Berenice de Karen González
La niña de dientes blancos
nacarados
casi de mármol
va caminando de la mano de sus padres;
de repente,
un hombre tosco
y sin escrúpulos
ataca
y arranca uno a uno
los dientes de la niña.
Ella despierta asustada;
corre hacia el cuarto de su madre
y le pregunta si acaso los ladrones son reales
—la madre no responde
y acaricia su cabeza hasta dormirla—.
Ya en silencio,
cuando nadie puede verlas,
la madre llora inconsolable
por las encías desnudas
que se han dormido en su regazo.
Luis Andrés Arias
VIAJE EN EL TIEMPO
A world that sends you reeling from decimated dreams.
My Chemical Romance
Caminé por el valle de sombras
Bogotá año 2126,
pantallas, naves,
poder volar.
Atravesar espacios,
llegar a tu jardín.
Si es que no ha sido destruido por
meteoritos o fuego consumidor.
Despertar de un gran sueño,
verte entre el humo, la congestión,
el apretujón de multitud de cuerpos
que no saben por dónde flotar.
O regresar a la luna,
ver a Colombia desde un espacio negativo
en medio de las estrellas,
donde dicen que no hay sonido.
Bogotá año 2126.
Tal vez comprar una máquina,
Un DeLorean, regresar al pasado.
Bogotá 2024,
sentirte joven, suave, real.
Abraham Castillo
Ilustración 2126 de Abraham Castillo
Fotografía Sol de miel de Natalia Gutiérrez
SOL DE MIEL
Los árboles caídos, el mar enardecido,
mis brazos extendidos, mis ojos ardientes,
ese cielo prometido ya no está conmigo.
¿Morir para encontrarlo de nuevo?
Las caracolas, ahora todas en el pequeño cajón de la nostalgia.
Natalia Gutiérrez
Fotografía de Santiago Abella
Si escribo tu nombre, Universo,
es porque tu explosión imparable
no cabe en cuatro sílabas
y en esta carta no hay espacio
para la inmensidad pura
que es todo y nada, siempre y nunca.
No sé cómo sonará mi mensaje
en tu vacío hambriento y callado.
No sé cómo resonarán mis pensamientos
en tu eterno mar de estrellas.
En qué límites habrá eco para mi voz
si tus fronteras son hechas de nada.
Solo puedo confiar en la infinitud
cifrada en las palabras
para que de algún modo se traduzcan
y dejes que se filtren en tu plenitud.
Pablo Abella
VÉRTIGO
Lágrimas carcomen la luz.
Desatar. La luz. Desatarla o carcomerla.
Árboles en espiral
bailan y se burlan. O sólo viran en los ojos.
Vértigo. Lágrimas. Lágrimas del vértigo.
Hacen penitencia.
Desatar. Vértigo. El toque de sus dedos. La luz arrugada.
Hablo al vacío,
las lágrimas en el suelo, perdidas.
Vértigo, dolor, la cruz en la frente
la luz en el suelo.
Se incendian los árboles,
lágrimas corren por las raíces.
¿Se incendia su corazón o es una extensión del mío?
El vértigo sigue, ¿sigue?, del dolor quién sabe.
Rossangélica Peralta
Ilustración Noche suspendida de Laura Bernal
Noches en que sueña con el monstruo.
Noches
de noches
de noches.
Oscuridades en que hila el silencio
con la espera.
Su boca pronuncia «salvación»
en cursivas.
La mirada colisiona con la bestia.
Observa, se prepara, ¿espera?
No, desborda la inminencia.La noche que encuentra al gigante
se convierte en otro que lanza
la piedra.
Laura Bernal
Ser testigo de la euforia de los peñascos
su fiesta celebra la inmortalidad
la debacle en el rostro del viajero
que deja sus oídos en casa
para no escuchar las alegres montañas
Luis Angulo
Bordado Mártir/testigo de Luis Angulo
Ilustración de Eliana Leal
I can not walk
I can not see
further that what
is in front of me
I lay in my back
yet I do not cry
transported in space
by the butterflies
“Noguchi’s Butterflies”, Patti Smith
Las cortinas de mi cuarto son rosadas,
lo han sido desde que tenía ocho o diez.
Te recuerdo tintada de luz roja
cuando la casa estaba sola y me querías.
No lloro.
Ahora las cortinas están abiertas
y estoy en un cubo blanco,
y el sol entra por la ventana,
y llega ruido de afuera,
un ruido deshabitado.
No lloro,
porque no puedo llorar.
Mi hermano está en el otro cuarto,
sus cortinas son azules y no sé a qué le recuerdan.
Mi papá,
abajo,
abre la nevera y me recuerda que no estoy sola.
Aunque puedo ver los límites del cubo,
aunque tenga colores regados por todo lado,
fotos en las paredes,
y los lienzos usados que no siento míos,
aunque no pueda respirar y las paredes se me acerquen.
Puedo cerrar las cortinas, volver la luz roja,
mirar el techo,
rojo,
e imaginar que estoy en otro tiempo
Eliana Leal