Jerónimo Pizarro jurado del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2024
Mia Couto, el escritor mozambiqueño de lengua portuguesa, es el ganador del Premio FIL de Literatura 2024, El galardón será otorgado el sábado 30 de noviembre de 2024 en la ciudad de Guadalajara, México. Autor de una obra literaria notable que invita “a reconocer y acercarnos de otra manera a la historia y la naturaleza del planeta”.
Jerónimo Pizarro, profesor del Departamento de Humanidades y Literatura, formó parte del jurado del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2024, también en 2016 y 2017. Este año el comité estuvo compuesto por siete reconocidos escritores y críticos literarios: Carlos Reis, Graciela Montaldo, Juan Luis Cebrián, Lucía Melgar, Oana Fotache Dubalaru y Vittoria Borsò.
Ellos evaluaron la contribución global de las obras de las 58 candidaturas, en las cuales se postuló a 49 autores de 20 países: Angola, Argentina, Brasil, Colombia, Chile, El Congo, España, Francia, Italia, Líbano, México, Mozambique, Nicaragua, Panamá, Perú, Portugal, Puerto Rico, Rumanía, Senegal y Venezuela. En estas candidaturas estuvieron representadas seis lenguas: catalana, española, francesa, italiana, portuguesa y rumana.
Este premio a la obra de Couto es un reconocimiento a su innovación lingüística, y para reconocer “una obra literaria notable que integra y entreteje la crónica, el cuento y la novela”, el jurado decidió conceder de forma unánime, el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2024 al escritor mozambiqueño Mia Couto (Beira, 1955). Couto es el quinto autor en lengua portuguesa que obtiene el Premio FIL, después de Nélida Piñón (1995), Rubem Fonseca (2003), António Lobo Antunes (2008) y Lídia Jorge (2020).
Mia Couto es uno de los autores más importantes de la literatura contemporánea en lengua portuguesa. Es autor, entre otros libros, de las novelas Tierra sonámbula, El último vuelo del flamenco, La confusión de la leona y Venenos de dios, remedios del diablo, así como de las colecciones de cuentos Voces anochecidas y Cada hombre es una raza. Ha recibido numerosas distinciones, como el Premio Nacional de Literatura en Portugal (1993), el Premio Nacional de Literatura en Mozambique (1995), el Premio Camões (2013) y el Premio Internacional Neustadt de Literatura (2014). Es miembro de la Academia Brasileña de las Letras.
También vale la pena resaltar que el profesor Nicolás Barbosa impartió el curso: Metáforas del cielo y el infierno: literatura africana lusófonas, un seminario que estudia textos literarios de una gran parte del mundo de habla portuguesa en África y Asia: Angola, Cabo Verde, Goa, Mozambique, São Tomé y Príncipe y Timor Oriental.
El veredicto del jurado fue anunciado el 2 de septiembre de 2024 durante una conferencia de prensa en Guadalajara. Este premio es convocado por la Universidad de Guadalajara en colaboración con el Gobierno del Estado de Jalisco, el Gobierno de Guadalajara, el Gobierno de Zapopan, Bancomext, Arca Continental, la Fundación Universidad de Guadalajara y Fibra Educa.
(Puede leer la entrevista realizada por El Universal de México: “Contra el acto de borrar la historia es que lucho”: Mia Couto, Premio FIL de Literatura).
El Premio FIL está dotado con 150 mil dólares y se entrega como reconocimiento al conjunto de una obra de creación en cualquier género literario. Este galardón ha sido otorgado en el pasado a destacados autores como el poeta chileno Nicanor Parra (1991) y el escritor español Juan Goytisolo (2004), consolidándose como uno de los reconocimientos literarios más importantes en el ámbito hispanoamericano.
En el marco de la inauguración de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2024, Mia Couto, escritor mozambiqueño, recibió el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2024; Jerónimo Pizarro leyó el acta del jurado y el texto de «Laudatio» que escribió para el acto de premiación:
Laudatio
[Jerónimo Pizarro]
De Mia Couto, escritor galardonado con el Premio FIL en Lenguas Romances 2024 por un jurado en el que tuve el honor de participar, quisiera hoy, en nombre mío y en un sentido más coral, hacer un elogio en este acto celebrado en su honor.
António Emílio Leite Couto, que luego se autodenominó Mia Couto (casi Miau Couto), en homenaje a los gatos, y en general a los animales —o a los “bichos”, como se dice con cariño en portugués—, nació en 1955 en la ciudad de Beira, en Mozambique. Hijo de una familia de emigrantes portugueses recién llegados a “la esquina más meridional del Sur”, como él se ha referido a su país, estudió en Beira hasta 1972, cuando se trasladó a Lourenço Marques (actualmente, Maputo) para estudiar medicina. A raíz del fin de la dictadura portuguesa y la independencia de Mozambique, Couto abandonó los estudios y se dedicó al periodismo por más de una década. Los retomó en 1985, con treinta años, cuando empezó a cursar Biología. Ya había publicado un poemario titulado Raiz de Orvalho [Raíz de rocío] (1983) y pronto vendría un libro de cuentos, Vozes Anoitecidas [Voces anochecidas] (1986), o mejor de “estórias”, como otros posteriores. Hago la aclaración, porque en español se suele evocar al contador de historias, pero la palabra “historia” tiene muchas acepciones y solo una, algo relegada, remite a la idea de breve narración ficticia, con gran arraigo en la oralidad. Para llegar a Mia Couto, a quien a veces es tan necesario leer en voz alta, conviene seguir los pasos de un ser híbrido, con algo de poeta, de “estoriador”, de cronista y de novelista. De hecho, su primera novela, Terra Sonâmbula [Tierra sonámbula], solo se publica seis años después, en 1992, tras dos libros de crónicas. Para este “estoriador” o “efabulador” de voces, algunos hechos y personajes pueden estar inspirados en hechos reales, pero casi todo lo que relata se vuelve verdadero solo a partir del momento en que lo cuenta.
De Mia Couto puede afirmarse que es un maestro del lenguaje y que su obra, capaz de fusionar la realidad con la fantasía, crea universos ficcionales que, sin dejar de ser profundamente locales, alcanzan resonancias universales. Cada uno de sus libros se apropia del portugués y lo transforma en una lengua capaz de reflejar las identidades y las experiencias de un territorio africano, con fronteras porosas. Como él mismo explica, no le interesa una lengua rígida, estática ni estandarizada, sino una que fluya con la libertad y la riqueza de la vida misma. Couto juega con el portugués como otros escritores que admira —Fernando Pessoa o João Guimarães Rosa, por nombrar solo a dos de ellos—, añadiendo giros, matices y tonalidades que antes no existían. A través de su escritura, desobedece, a veces, a la lengua muy apegada a la gramática o al diccionario, otorgándole nuevas dimensiones, volviéndola más plástica. Así, en sus páginas, gana la viveza de lo inesperado, gracias, por ejemplo, a los neologismos y los juegos de palabras que tanto le apasionan. Con sus textos, nos recuerda que la lengua es un espacio vivo, donde se cruzan lo conocido y lo desconocido, donde las fronteras entre el mito y la realidad se desvanecen. Además, nos invita a amar lo indomesticable y a abrir una puerta hacia un mundo de sensaciones y significados que solo se revelan a quienes aceptan habitar un tercer espacio, a quienes no creen en la “ceguera del río” —recuerdo el título de su última novela— pues saben que “todas las noches el río se levanta y vuelve a ser nube”. El río o el tiempo, el río o la vida, si pensamos en otra novela, Um Rio Chamado Tempo, Uma Casa Chamada Terra [Un río llamado tiempo, una casa llamada tierra] (2002), que también nos traslada a una zona fronteriza entre diversas racionalidades. Del mismo modo, la lectura puede ser vista como un río, si somos nosotros los que nos evaporamos al leer, si la lectura nos transporta, como propone Andrea Jeftanovic, a aquella “tercera orilla del río”, que también es la de la otredad.
La obra de Mia Couto es vasta y corresponde a más de cincuenta años de escritura, aunque Raiz de Orvalho [Raíz de rocío] sea de 1983[1]. Está compuesta por al menos ocho colecciones de ficciones breves: Vozes Anoitecidas [Voces anochecidas] (1986)[2]; Cada Homem é uma Raça [Cada hombre es una raza] (1990)[3]; Estórias Abensonhadas [Historias bendisoñadas] (1994) —cruce de “benditas” y “soñadas”—; Contos do Nascer da Terra [Cuentos del nacimiento de la Tierra] (1997); Na Berma de Nenhuma Estrada [En el borde de ningún camino] (2001); O Fio das Missangas [El hilo del abalorio] (2004)[4]; O Caçador de Elefantes Invisíveis [El cazador de elefantes invisibles] (2021)[5]; y Compêndio para Desenterrar Nuvens [Compendio para desenterrar nubes] (2023)[6]. En estos ocho volúmenes, a los que se podrían sumar otros seis afines, de crónicas y textos de intervención[7], encontramos un recorrido por un país marcado por el contraste y la diversidad biocultural. En Estórias Abensonhadas —ese de más difícil traducción—, el renacimiento de Mozambique tras la paz se convierte en una celebración de la vida y el lenguaje reinventado. Algo que acaso se agudiza en los dos siguientes, que no han encontrado traducciones[8], Contos do Nascer da Terra y Na Berma de Nenhuma Estrada, en que se exploran las raíces y la conexión profunda con la tierra, y donde lo real y lo fantástico se entrelazan, mostrando un universo donde todo es posible. Basta pensar, por ejemplo, en el desafío de traducir “Miudádivas, pensatempos” [Pequedádivas, pensatiempos], un texto breve, poético e inclasificable, dedicado a Manuel de Barros —al que Mia Couto llama “meu ensinador de ignorancias” [mi enseñador de ignorancias]—, y en el cual a un murciélago le llegan, sueltas y dispares, como en un proceso de polinizacion y dispersión, “desvisões, pensatempos, proesias” [desvisiones, pasatiempos, proesías]. En este texto y en otros, se alude a algo pequeño y valioso, como lo son los niños, y a regalos que tienen la inocencia y sencillez propias de la infancia, mediante un juego de palabras que aporta una capa de significado adicional y refuerza la idea de algo sencillo pero profundo. Conviene recordar que Mia Couto es también autor de libros infantojuveniles, que son, en mi opinión, también para todas las edades[9]. En este sentido, el premio FIL 2024 no solo reconoce a Mozambique y a un idioma, el portugués, que es patrimonio de una Comunidad de Países de Lengua Portuguesa, sino a un autor de una excolonia portuguesa que no escribe solo para adultos. Y es que no podemos olvidar a los niños, a esos que la guerra de los adultos se ceba, mientras elevan cometas, se pasan una pelota y descubren cómo jugar en un cráter.
Por cuestiones de tiempo voy a obviar algunos libros y consideraciones. En términos de novelas, creo que podemos hablar de unas catorce: esa ópera prima que es Terra Sonâmbula [Tierra sonámbula] (1992)[10], que muy pronto fue considerada uno de los mayores libros africanos del siglo XX y que transcurre en la época de la guerra civil de Mozambique; A Varanda do Frangipani [El balcón del frangipani] (1996)[11]; Vinte e Zinco [VeintiZinco] (1999)[12]; O Último Voo do Flamingo [El último vuelo del flamenco] (2000)[13]; Um Rio Chamado Tempo, uma Casa Chamada Terra [Un río llamado tiempo, una casa llamada tierra] (2002)[14]; O Outro Pé da Sereia [El otro pie de la sirena] (2006)[15]; Venenos de Deus, Remédios do Diabo [Venenos de Dios, Remedios del Diablo] (2008)[16]; Jesusalém [Jesusalén] (2009)[17]; A Confissão da Leoa [La confesión de la leona] (2012)[18]; Mulheres de Cinzas [Mujeres de ceniza] (2015); A Espada e a Azagaia [La espada y la azagaia] (2016); O Bebedor de Horizontes [El bebedor de horizontes] (2017)[19]; O Mapeador de Ausências [El mapeador de ausencias] (2020)[20]; A Cegueira do Rio [La ceguera del río] (2024). Temáticamente, estas novelas exploran la convivencia entre tradición y modernidad, las huellas del colonialismo y las tensiones posteriores a la guerra colonial en Mozambique. Elementos como la memoria colectiva, el animismo y la espiritualidad africana juegan un papel crucial en cada uno de los relatos, que a menudo se desarrollan en espacios rurales cargados de simbolismo. La naturaleza —ríos, árboles, animales— adquiere un valor casi mítico, sirviendo como reflejo de los conflictos internos de sus personajes y de la lucha por la identidad. En general, Mia Couto aborda temas universales como la violencia, la muerte, la búsqueda de justicia y la redención, pero siempre desde una óptica profundamente enraizada en la experiencia local. Por eso, en sus obras, la fusión de lo concreto y lo mítico se convierte en una constante que invita a repensar la historia desde la perspectiva de los vencidos y los olvidados; y muchas “estórias” cifran, de modo alegórico, múltiples conflictos internos y traumas sociales, así como sus fábulas transmiten profundas enseñanzas sobre la curiosidad, el miedo y la naturaleza humana. A lo largo de su carrera, Mia Couto ha creado un universo literario donde lo poético y lo narrativo convergen, desafiando las fronteras entre lo poético y lo prosaico, la ficción y la realidad. Finalmente, estamos ante un narrador con alma de poeta, que, además de Raiz de Orvalho [Raíz de rocío] (1983), ha publicado, Idades Cidades Divindades [Edades, Ciudades, Divinidades] (2007), Tradutor de Chuvas [Traductor de lluvias] (2011) y Vagas e Lumes [Olas y lumbres] (2014), este último título algo intraducible, porque “vagalumes”, unido, en una sola palabra, significa “luciérnagas”. No olvidemos un artículo de El País, de 2016, titulado “Cómo traducir a Mia Couto y no morir en el intento”.[21]
No puedo ni debo extenderme mucho más. Dado el contexto en el que he leído estas palabras y dado que este texto se les distribuirá a los medios de comunicación tras esta ceremonia, quisiera dar unas últimas pistas de lectura y proponer unos últimos motivos de elogio.
Estamos en México, en el país de Juan Rulfo. Existe otro artículo de El País (“Una tarde con Mia Couto, el gran contador de historias de Mozambique”[22]), que nos recuerda que en los libros del escritor mozambiqueño los muertos habitan la misma aldea que los vivos y no son ajenos al rumbo de la vida. Así lo explica Imani, una joven de etnia vachopi “Los muertos no andan por la tierra, son ellos los que hacen andar a la tierra. Con una cuerda de arena y viento, los difuntos atan el sol para que no se pierda en el firmamento. Los muertos abren camino a las aves y las lluvias. Caen en cada gota de rocío para abonar el suelo y dar de beber a los escarabajos”. Esto no es lo que ya se designó alguna vez como “realismo mágico”, etiqueta con la que Rulfo nunca se identificó y ante la que mostró cierta reticencia. Pienso que tanto Rulfo como Couto dirían algo similar sobre Pedro Páramo y la Trilogía de Mozambique: que la combinación de elementos sobrenaturales y realismo cotidiano dialoga con las tradiciones orales, el entorno rural y la forma de entender la vida y la muerte en determinadas comunidades, especialmente en un contexto posbélico. Por lo demás, los fantasmas de alguna literatura de índole espectral son figuraciones de la soledad, el abandono y las tragedias humanas, y no elementos forzosamente propios de un pensamiento mágico, aunque este, como lo recuerda Joan Didion, no sea ajeno al duelo. México y Mozambique son países que han pasado por más de un conflicto armado complejo y prolongado, y el arte, en general, suele reconocer muy pronto las pérdidas, las vidas precarizadas y las distintas formas de violencia histórica que el poder tiende a ocultar.
¿Qué le dice la literatura de Mia Couto al mundo en que vivimos? ¿Qué traduce, al traducir la lluvia? Estas son preguntas que el jurado que le otorgó el Premio FIL 2024 a Mia Couto se hizo y que Vittoria Borsò intentó responder en una entrevista para El Universal (3 de sept., 2024), tras el anuncio del galardón[23]. Déjenme ensayar también una respuesta para terminar, recordando un llamado que se hace en un epígrafe de Contos do Nascer da Terra [Cuentos del nacimiento de la Tierra] (1997):
No es la luz lo que nos falta. Durante milenios, la gran estrella iluminó la tierra y, al final, aprendimos poco a ver. El mundo necesita ser visto bajo otra luz: la luz de la luna, esa claridad que cae con respeto y delicadeza; solo la luz de la luna revela el lado femenino de los seres. Solo la luna revela la intimidad de nuestra morada terrestre. No necesitamos el nacimiento del Sol. Necesitamos el nacimiento de la Tierra.
Mia Couto posee una sensibilidad que está directamente vinculada con su búsqueda por revelar esa “intimidad de nuestra morada terrestre”. Lo que nos falta para ser dignos de esta “morada” no es conquistar el espacio, es cohabitar amorosamente la Tierra. Lo que nos falta para ser nosotros mismos es ser los otros. Lo que nos falta para atajar la deshumanización rampante es luchar por un mundo libre de la ignorancia, el fanatismo y la opresión. Comprometido con las voces olvidadas, Mia Couto nos alerta sobre diferentes tipos de cegueras y nos invita, con su obra, a desafiar nuestras concepciones sobre lo que es posible o imposible, y a imaginar, así, el nacimiento de la Tierra.
Una nota final, a modo de posdata[24]. Hace poco referí a Imani, la protagonista de las tres novelas que componen la Trilogía de Mozambique. Si nos preguntáramos “¿Quién es Imani?”, esta sería una pregunta redundante, porque Imani quiere decir “¿Quién es?”. Equivaldría a preguntar “¿Quién es Quién es?”. Tras este tipo de máscaras —pensemos en “Everything and Nothing” de Borges[25]— creo que se oculta justamente Mia Couto, con su lado femenino y su ambición de “…ser o múltiplo de nada, / Ninguém no plural” […ser el múltiplo de nada, / Nadie en plural]. Como quien se multiplica en sueños, Mia Couto también ha sido muchos y nadie, o, como él propone, “nadies”. Reivindiquemos hoy a quien tantos “nadies” ha sido, casi como un acto de resistencia frente a la sobreexposición y el culto a la identidad que fomentan las redes sociales. En una época en la que la auto-promoción y la validación externa parecen determinar el valor del individuo, la capacidad de Mia Couto para encarnar múltiples voces y para difuminar las fronteras de la identidad se presenta como una forma de oposición a esa inflación del ego y a la uniformidad del “yo digital” que las redes impulsan. La literatura de Mia Couto abre un espacio para una humanidad más plural, menos ensimismada y más respetuosa de la vida, recordándonos que somos parte de un todo más vasto, que existen ríos voladores[26] —como si la selva amazónica se volviera (¿otra vez?) vapor o nube— y que ser “nadie en plural” es, en realidad, ser más plenamente humano.
[1] Traducción de José Ángel Cilleruelo: https://www.cedma.es/ficha.php?pub=21028 (Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2009).
[2] Traducción de Andrés Salter Iglesias: https://www.txalaparta.eus/es/libreria/autores/mia-couto (Txalaparta, 2001)
[3] Traducción de Mario Morales Castro: https://www.penguinlibros.com/es/4890-mia-couto [cf. libros] (Alfaguara, 2004).
[4] Traducción de Ángel Manuel Gómez Espada: https://xavirossellm.wordpress.com/tag/mia-couto/ (LeTour 1987, 2018).
[5] Traducción de Rodolfo Alpízar Castillo: https://www.elefantaeditorial.com/photos/el-cazador-de-elefantes-invisibles (Elefanta [Universidad Autónoma de Nuevo León], 2024).
[6] Traducción de Emiliano Becerril Silva: https://www.elefantaeditorial.com/photos/compendio-para-desenterrar-nubes (Elefanta [Universidad Autónoma de Nuevo León], 2024).
[7] Cronicando [Cronicando] (1988), O País do Queixa Andar – Crónicas Jornalísticas [El país del quejarse andar: crónicas periodísticas] (2003), Pensatempos – Textos de Opinão [Pensatiempos – textos de opinión] (2005), E se Obama Fosse Africano? e outras Interinvenções [Y si Obama fuera Africano? y otras interinvenciones] (2009), Pensageiro Frequente [Pensajero frecuente] (2010) y O Universo num Grão de Areia [El universo en un grano de arena] (2019). El título O país do queixa andar juega con el lenguaje, uniendo la idea de «queixar-se» (quejarse) y la expresión «deixa andar», que significa dejar que las cosas sigan su curso sin intervenir.
[8] Salvo una búlgara del segundo: https://mertinwitt-litag.de/portfolio-items/mia-couto/; sobre algunas traducciones de Mia Couto al español, véase: https://phte.upf.edu/dhte/portugues/couto-mia/. Sobre la traducción de las letras lusófonas en México, la entrada siguiente, de 2020: http://www.elem.mx/estgrp/datos/1371
[9] Mar Me Quer [Me quiere… no me quiere] (1998), O Gato e o Escuro [El gato y la oscuridad] (2001), A Chuva Pasmada [La lluvia indecisa] (2004), O Beijo da Palavrinha [El beso de la palabrita] (2006), O Pátio das Sombras [El patio de las sombras] (2009), O Menino no Sapatinho [El niño en el zapatito] (2013), A Água e a Águia [El agua y el águila] (2018) y Rio Infinito [Río infinito] (2022). El título Mar Me Quer nace de la palabra “malmequer» que, en portugués, se refiere a la flor conocida como margarita, asociada al juego infantil “me quiere, no me quiere”. En 2020, Elefanta publicó Mar Me Quer con el título Me quiere… no me quiere, indicado entre paréntesis. A la editorial Puerto de Palos se debe la propuesta de La lluvia indecisa (2017).
[10] Traducción de Eduardo Naval: https://www.penguinlibros.com/es/4890-mia-couto (Alfaguara, 1998).
[11] Traducción de Rodolfo Alpízar Castillo: https://www.elefantaeditorial.com/photos/el-balcon-del-frangipani (Elefanta [Secretaría de Cultura Federal], 2014).
[12] Sin traducción al español; “zinco” hace referencia a las planchas de zinc utilizadas en los barrios pobres de Mozambique, mientras que veinticinco aludo a la Revolución de los Claveles, también conocida como el 25 de Abril a secas. A esta novela corta se podrían agregar las escritas con José Eduardo Agualusa, O Terrorista Elegante e Outras Histórias [El terrorista elegante y otras historias] (2019).
[13] Traducción de Mario Merlino: https://www.penguinlibros.com/es/4890-mia-couto (Alfaguara, 2002).
[14] Traducción de Teresa Arijón: https://unsamedita.unsam.edu.ar/product/un-rio-llamado-tiempo-una-casa-llamada-tierra/ (UNSAM – Universidad Nacional de San Martín, 2016).
[15] Traducción de Pere Comellas Casanova y Lluís Agustí (El Cobre Ediciones, 2009). El título Jesusalém juega con la idea de “Jesús” y “além”, que en portugués significa “más allá” o “allende”. La editorial El Cobre continuó “con la misma línea” de Ediciones del Bronce, “literatura y pensamiento de otras culturas” (El País, Madrid, 17 de noviembre de 2002).
[16] Traducción de Ana María García Iglesias: https://editorialalmadia.com/detalle/autor/mia-couto (Almadía, 2010).
[17] Traducción de Roser Vilagrassa: https://www.penguinlibros.com/es/4890-mia-couto (Alfaguara, 2012).
[18] Traducción de Rosa Martínez-Alfaro: https://www.penguinlibros.com/es/4890-mia-couto (Alfaguara, 2016).
[19] Este y los dos anteriores componen la Trilogía de Mozambique – Las arenas del Emperador. Traducción de Roser Vilagrassa y Rosa Martínez-Alfaro: https://www.penguinlibros.com/es/4890-mia-couto (Alfaguara, 2018).
[20] Traducción de Rosa Martínez-Alfaro: https://www.penguinlibros.com/es/4890-mia-couto (Alfaguara, 2022).
[21] Ver: https://elpais.com/elpais/2016/05/04/africa_no_es_un_pais/1462341600_146234.html
[22] Ver: https://elpais.com/elpais/2021/05/06/paco_nadal/1620316261_130773.html
[23] Ver: https://www.eluniversal.com.mx/cultura/contra-el-acto-de-borrar-la-historia-es-que-lucho-mia-couto-premio-fil-de-literatura/
[24] Escrita tras leer el texto que Vittoria Borsò leerá en la mesa de los amigos del premio FIL.
[25] Ver: “La historia agrega que, antes o después de morir, se supo frente a Dios y le dijo: “Yo, que tantos hombres he sido en vano, quiero ser uno y yo”. La voz de Dios le contestó desde un torbellino: “Yo tampoco soy; yo soñé el mundo como tú soñaste tu obra, mi Shakespeare, y entre las formas de mi sueño estabas tú, que como yo eres muchos y nadie”.
[26] También conocidos como ríos atmosféricos, estos flujos aéreos corren por el aire desde la cuenca del Amazonas hacia otras regiones suramericanas y se desplaza como si fueran raudales celestes.
Entrega del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2024 a Mia Couto de manos de Ricardo Villanueva Lomelí, Rector General de la Universidad de Guadalajara. Este es el discurso del ganador: